viernes, 7 de junio de 2024

SALVADOR DE MADARIAGA Y SU ACCIÓN DIPLOMÁTICA DURANTE LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA BAJO EL PRISMA DE MANUEL AZAÑA

Este artículo es un trabajo de investigación realizado por la alumna Arianna Lucas. En él se intenta encontrar las relaciones entre dos intelectuales y políticos que fueron muy relevantes durante la Segunda República, Manuel Azaña y Salvador de Madariaga. Sus encuentros y desencuentros en política exterior. Utiliza para ello fuentes primarias (diarios de Azaña) y secundarias (textos académicos). Las fotografías, así como los pies de foto, que ilustran este artículo las aporta este profesor que lo introduce.

Detalle de fotografía del día 31 de octubre de 1932 en la recepción en la estación ferroviaria de la primera visita internacional importante que recibe la Segunda República, la del presidente del país vecino, Francia. En la foto posan (de izquierda a derecha): el presidente del gobierno español, Manuel Azaña; el presidente del gobierno francés Édourad Herriot; el embajador de España en París, Salvador de Madariaga y el ministro de Estado, Luis de Zulueta.


En obras como Diarios completos y Discursos políticos de Manuel Azaña, éste expresa de manera honesta su opinión sobre la diplomacia española durante la segunda república, una política exterior en la que destaca el personaje de Salvador de Madariaga. Al comienzo muestra una gran confianza en él, ya que el mismo Azaña le nombró para que Madariaga empezase a tomar acción fuera de España para representar al país. Sin embargo, poco a poco Azaña se decepciona de las acciones del pacifista Madariaga. Esta breve investigación tiene como objetivo ver esta evolución en la relación entre ambos.

1. El comienzo de la carrera diplomática de Madariaga.

Salvador de Madariaga estudió de pequeño en Francia, volvió a España en 1911 trabajando como ingeniero ferroviario y a su vez comenzó a escribir sobre política y literatura. En 1921 Madariaga conseguía un puesto en la Sociedad de Naciones donde trabajó principalmente como director en la oficina de desarme hasta 1927. El mundo en este momento le llamaba “El más europeo de los españoles” (de Madariaga, M. R. 2009).

Madariaga en una imagen idealizada tal y como se le veía en esa década de los años veinte, un hombre cosmopolita y vanguardista. Caricatura del catalán Emilio Ferrer.

En mayo de 1931 fue nombrado embajador de Washington por el gobierno azañista.  Madariaga era reconocido por su actitud pacifista, por ello entró en la delegación española ante la Sociedad de Naciones porque quería lograr una paz mundial. Esto es lo que le llamaba la atención a Azaña, ya que respecto a política exterior que él pretendía implementar en España era de una pacifista. 

Salvador de Madariaga, en la fotografía posando como embajador en Estados Unidos, 1931.

Por lo que España estaba muy a favor de la SdN (de Madariaga, M. R. 2009).

También los artículos pacifistas de la Constitución republicana española tenían como origen la influencia de Salvador de Madariaga.


2. El Incidente de Manchuria


Con el Incidente de Manchuria del 18 y 19 de septiembre de 1931 comenzó la invasión de este territorio de China por Japón. Aunque Alejandro Lerroux, como ministro de Estado, era quien estaba a cargo de las reuniones que abordaron la cuestión en la SdN, tenía como acompañante a Madariaga por su antigüedad en la institución ginebrina (también porque sabía hablar bien inglés y francés). Debido a esto, Madariaga se reunió con Azaña para comentarle su intención de dejar el puesto que tenía en la embajada de Washington para centrarse en el puesto de la Sociedad de Naciones.
Delegados españoles para la Asamblea de la Sociedad de Naciones en 1931.

En enero de 1932, precisamente, para facilitar su acción en Ginebra ante la SdN se presentó en París como nuevo embajador en Francia.  A su vez, comentó a Azaña la necesidad de que se crease una comisión interministerial para que España entendiese los asuntos de Ginebra y que el mismo Madariaga la presidiera. Azaña ignoró al completo esta petición.

El 6 de noviembre Madariaga se quejó sobre las dificultades lingüísticas de Lerroux a Azaña:

"Madariaga insiste en que se necesitaban lingüistas para ir a las comisiones de Ginebra. Me cita varios nombres de diputados. Resulta que todos ellos visten bien; en lo que veo un argumento diplomático."

Aunque había gran distancia intelectual y política entre Salvador de Madariaga y Lerroux, éste se acordaría de él en marzo de 1934 para que formara parte de su gobierno como ministro de Instrucción Pública. El puesto fue breve, pues a penas fueron 40 días los que estuvo en el cargo. En la fotografía se ve a los dos en el acto de posesión de su cartera el 8 de marzo de 1934.

Aunque Azaña confiaba plenamente en las labores diplomáticas de Madariaga, a partir de enero de 1932 empezó a tomar distancia de él. El 17 de enero de 1932 en un banquete organizado por la Embajada inglesa llegaron a los oídos de Azaña opiniones y críticas muy negativas sobre el representante español en la Sociedad de Naciones. Especialmente, obtuvo estas críticas al conversar con Ramón Pérez de Ayala, en ese momento embajador en Londres. Diciendo que estaba actuando como alguien sumamente engreído que tenía como objetivo hacerse dar importancia en Madrid a partir de sus acciones en Ginebra. A raíz de esta impactante conversación, Azaña comenzó a vigilar con mayor cuidado las acciones del representante español (Azaña, M. 2021).

En las anotaciones del diario de Azaña del 19 de marzo de 1932 se manifiesta esta desconfianza hacia Madariaga. Allí comenta que Madariaga quiere sancionar a Japón, además de hacer protesta de la ruptura del pacto pacifista. Su discurso ante las Liga de las Naciones es altamente criticado por las grandes potencias occidentales (Francia e Inglaterra). Ambas no querían tener más problemas con Japón, que se había convertido en otra gran y peligrosa potencia, y dudaban bastante a la hora de imponer sanciones contra Japón (de Madariaga, S. 1977). Azaña quería lograr una buena relación con estas potencias occidentales y evitar a toda costa destacar y tener problemas en política exterior. Madariaga no contribuía a estos deseos. En sus diarios, Azaña escribió los siguiente sobre este aspecto tras su reunión con Luis de Zulueta, ministro de exteriores que sustituyó a Lerroux desde diciembre de 1931:

"Madariaga no quiere estar en París, sino en Ginebra. Zulueta cree que Madariaga se olvida a veces, en la Sociedad de Naciones, de que representa a nuestro país, y procede como un “intelectual”. […] Zulueta estima que España no puede hacer una política demasiado idealista, y combatir con la Inglaterra en la Asamblea por defender a China (Azaña, M. 2021)."

Foto de representantes de distintos estados en la Sociedad de Naciones. Salvador de Madariaga, (el cuarto por la izquierda) aparece casi en el centro con las manos en los bolsillos de los pantalones, una postura que denota su veteranía en la cámara. A su lado y centrando la foto, el encargado del Foreing Office, el británico Anthony Eden. En la foto también reconozco a Pierre Labal, el representante francés, tercero por la derecha. La foto está sin datar, pero podría ser del momento en que se debatía las sanciones a Italia por la invasión de Abisinia (1935/36). 

Aún así, el representante español continuó con su cometido y consiguió el 19 de abril que aprobara la propuesta de suministro de armas a China. Esta beligerancia en el asunto de Manchuria dio lugar al sobrenombre que adquirió Madariaga de "Don Quijote de la Manchuria". Manuel Azaña se hace eco del sobrenombre y difiere del idealismo de Madariaga y de su posicionamiento prochino:

"Madariaga toma posiciones quijotescas en favor de China, que nos indisponen con el Japón, […]. De todos modos, no se enviarán las armas, y en lo de Ginebra se recomienda la prudencia (Azaña, M. 2021)."

La discrepancia de Azaña con su embajador se incrementó a medida que el conflicto de Manchuria avanzaba. El gobierno japonés estaba realmente enfadado y aún más tras un discurso que dio Madariaga el 7 de diciembre de 1932. Zulueta estaba asustado por la situación y se lo comentó a Azaña, quien escribió lo siguiente en sus diarios al día siguiente:

"En el Consejo hemos hablado principalmente de lo que ha hecho Madariaga en Ginebra. Ayer ha pronunciado un discurso, cuyo texto no conocía el ministro de Estado, acerca de la cuestión de Manchuria. En él juzga duramente la conducta del Japón, y llega a decir que el Japón actual no corresponde con el Japón histórico, que todos amamos y respetamos. Ya antes de que Madariaga pronunciase este discurso, habíamos recibido un despacho del embajador de España en Tokio diciendo que en las “esferas oficiales” se hacen fuertes censuras a la conducta de Madariaga en Ginebra, que puede ser dañosa a la buena amistad de los dos países."

Titular del diario Ahora del 8 de diciembre de 1932 en el que se recoge el discurso de Salvador de Madariaga ante la Sociedad de Naciones en el que se condena explícitamente a Japón por la invasión de Manchuria.

Llegados a este punto, Azaña no ocultaba su enfado ni su desconfianza hacia Madariaga. Para arreglar las relaciones diplomáticas, Azaña le pidió ayuda a Méndez de Vigo, embajador español en Tokio. Incluso pensó en destituirlo como representante en Ginebra. No obstante, Zulueta se opuso completamente ante esta idea. Zulueta realmente veía el potencial en Madariaga. A pesar de su actitud en contra de Japón halagaba sus capacidades lingüísticas y experiencia en la Sociedad de Naciones. Por lo que Azaña decidió no sustituir a Madariaga, aún así le criticó fuertemente. Diciendo que éste actuaba en Ginebra como 
"si se tratase del portavoz o apóstol de la SdN, se olvida de que las palabras que salen de su boca salen a su vez de la de España. Es correcto llevar una política y moral elevada, pero hay límites, extremos que a España únicamente le llevan a conflictos por cuestiones que no se encuentran en los intereses de España (Azaña, M. 2012)".

El primer ministro francés, Eduard Herriot (3i), es agasajado el 3 de noviembre de 1932 en el cigarral que el Dr. Marañón (2d) posee en la provincia de Toledo. Le acompañan, Manuel Azaña (3d), presidente del Gobierno; Luis de Zulueta (1d), ministro de Estado; Fernando de los Rios (2i), titular de Instrucción Pública y Bellas Artes; Salvador de Madariaga (2ª fila 1d) embajador español en Paris y Albert Dalimier (1i) ministro de trabajo francés. Se nota el interés de Madariaga de salir en la foto, que se coloca en el segundo plano pero detrás de los dos primeros ministros y subido en un escalón para sobresalir sobre sus hombros.

3. Después del Incidente de Manchuria

Tras las reuniones centradas en el Incidente de Manchuria, ambos se dieron cuenta (Madariaga y Azaña) de la ineficacia de la Sociedad de Naciones. Sin embargo, esto no cambió la percepción que había obtenido Azaña tras lo ocurrido en Ginebra. En una entrevista con el ensayista francés Ángel Marvaud. Quien le preguntó sobre la gestión de Salvador de Madariaga en Ginebra a lo que este contestó: ¨Sería mucho más eficaz, si estuviese apoyada por una poderosa escuadra¨. E insinuó que las acciones idealistas de Madariaga deberían haberse rebajado con un golpe de realismo (Bando, S. 2014).

Salvador de Madariaga no fue desplazado de sus misiones diplomáticas por Azaña y tampoco por Lerroux porque todos reconocían en él a uno de los intelectuales más señalados de un parnaso poblado durante la República. En esta foto del 7 abril 1934 que captura el acto de ingreso del doctor Gregorio Marañón en la Academia Española de la Lengua. De derecha A Izquierda, Empezando por el segundo, Armando Cotarelo Valledor, Salvador de Madariaga (en ese  momento ministro de instrucción Pública), Gregorio Marañón Posadillo, Niceto Alcalá Zamora (presidente de la República) y Ramón Menéndez Pidal.


Conclusión

La relación de Manuel Azaña y Salvador de Madariaga comienza con un gran voto de confianza por parte de Azaña, quien confía en sus aptitudes obtenidas en Washington para convertirlo en representante español para el conflicto de Manchuria. Sin embargo, poco a poco Azaña se da cuenta de que ambos son totalmente incompatibles. Más que todo por las acciones imprudentes, según Azaña, de Madariaga. Acciones que son representativas del país español. Esto empeora con el tiempo, donde el mismo Azaña le pone un mote a Madariaga por sus acciones extremadamente pacíficas con un aparente objetivo que se podría tachar de egoísta.

Al comienzo Azaña se guarda este rencor. No obstante, posteriormente no le importa hacer públicos estos sentimientos e incluso, como se ha mencionado anteriormente, transmite mediante entrevistas su desagrado.

Bibliografía

Azaña, M. (2021). Diarios completos.

Azaña, M. (2012). Discursos políticos. Barcelona. Edición Santos Juliá.

Bando, S. (2014). Actas del II congreso Ibero-Asiático de hispanistas ( Kioto, 2013).

de Madariaga, M. R. (2009). Salvador de Madariaga y la política exterior española

durante la II República.

de Madariaga, S. (1977). Memorias (1921-1936) Amanecer sin mediodía. Madrid, Edición Espasa-Calpe, S.A.

Neila Hernández, J. L. (2010). La política exterior de la España republicana.

















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